Lo mejor de no ser correspondido es que
puedes seguir en otra dirección para el beneficio de tu vida, lo cual
resulta mucho más fructífera de lo esperado.
“Comenzaré este texto agradeciendo por
darte por vencida. Gracias por creer que no sería lo suficientemente
bueno y por hacerme creer que no merezco cariño y respeto. Si no fuera
por tu desaprobación y constantes críticas, no me habría encontrado o
escuchado mi voz, mucho menos habría tenido el coraje y la fuerza para
seguir mi camino.
Gracias por darte por vencida, porque en tu cobardía encontré la fuerza para luchar por mí. ¿Hay acaso algo más importante que eso?
Gracias por no esperarme y no darme una oportunidad. Por ser impaciente, por hacerme a un lado, por guiarme a un mejor lugar; gracias por orillarme a conocer personas que creen en mí y me aceptan. Gracias también por darme la razón que necesitaba para alejarme para siempre y nunca mirar hacia atrás.
Gracias por no extrañarme cuando me marché, por no hacer el esfuerzo de retenerme a tu lado; gracias por demostrarme que no signifiqué nada para ti porque descubrí que hay personas llenas de mentiras, más falsas que las lágrimas de un cocodrilo. Nada en tu persona era real, y no teníamos una sola cosa en común.
Gracias por tus mentiras, porque con ellas aprendí muchas verdades. Gracias también por tu partida, porque me forzó a encontrar nuevos caminos y dejar atrás el pasado del que alguna vez formaste parte.
Gracias por hacerme creer que era difícil de amar, por elegir a otros antes que a mí, por hacerme sentir que no valía la pena. Tú me enseñaste cuánto valgo en realidad y que merezco ser amado, pero sobre todo gracias por hacerme entender que no me mereces.
Gracias por darte por vencido cuando más necesitaba que estuvieras ahí, por dejarme caer cuando pensaba que llegarías a levantarme y de verdad, gracias por cerrar la puerta cuando tocaba con desesperación.
Me has enseñado a vivir, a depender solo de mí, a encontrar mi felicidad lejos de ti. Me hiciste entender que no necesito que alguien más me defina, que me puedo reinventar cada día.
Gracias por salir de mi vida. Estoy seguro de que era la única forma de encontrarme y ahora sé que nunca esperaré a que alguien más me diga de lo que soy capaz. Gracias, porque en lugar de destruirme, me construí; en lugar de hacerme llorar, me hiciste sonreír.
Lo que creí que sería una tragedia, fue lo mejor que pudo pasar, y eso que parecía el final, era apenas mi comienzo”.
Gracias por darte por vencida, porque en tu cobardía encontré la fuerza para luchar por mí. ¿Hay acaso algo más importante que eso?
Gracias por no esperarme y no darme una oportunidad. Por ser impaciente, por hacerme a un lado, por guiarme a un mejor lugar; gracias por orillarme a conocer personas que creen en mí y me aceptan. Gracias también por darme la razón que necesitaba para alejarme para siempre y nunca mirar hacia atrás.
Gracias por no extrañarme cuando me marché, por no hacer el esfuerzo de retenerme a tu lado; gracias por demostrarme que no signifiqué nada para ti porque descubrí que hay personas llenas de mentiras, más falsas que las lágrimas de un cocodrilo. Nada en tu persona era real, y no teníamos una sola cosa en común.
Gracias por tus mentiras, porque con ellas aprendí muchas verdades. Gracias también por tu partida, porque me forzó a encontrar nuevos caminos y dejar atrás el pasado del que alguna vez formaste parte.
Gracias por hacerme creer que era difícil de amar, por elegir a otros antes que a mí, por hacerme sentir que no valía la pena. Tú me enseñaste cuánto valgo en realidad y que merezco ser amado, pero sobre todo gracias por hacerme entender que no me mereces.
Gracias por darte por vencido cuando más necesitaba que estuvieras ahí, por dejarme caer cuando pensaba que llegarías a levantarme y de verdad, gracias por cerrar la puerta cuando tocaba con desesperación.
Me has enseñado a vivir, a depender solo de mí, a encontrar mi felicidad lejos de ti. Me hiciste entender que no necesito que alguien más me defina, que me puedo reinventar cada día.
Gracias por salir de mi vida. Estoy seguro de que era la única forma de encontrarme y ahora sé que nunca esperaré a que alguien más me diga de lo que soy capaz. Gracias, porque en lugar de destruirme, me construí; en lugar de hacerme llorar, me hiciste sonreír.
Lo que creí que sería una tragedia, fue lo mejor que pudo pasar, y eso que parecía el final, era apenas mi comienzo”.
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